CIMAS

CIMA Nº 26: Gerlachovský štít (Eslovaquia)

ESLOVAQUIA

Gerlachovský štít

10/08/2025

ALTITUD

2.655 m

ÁLEX QUIROGA Y JORDI GIRONA

NIVEL DIFICULTAD

ALTO

CRÓNICA

El avión rumbo al aeropuerto de Milán – Malpensa sale a una hora poca amiga (las 7:55 de la mañana) así que por no empezar el viaje con mal pie y torturado por la falta de descanso, opto por alojarme en un hotel cercano al aeropuerto de El Prat. A las 5:15 de la madrugada, muy puntualmente, me pasa a buscar el taxi que he reservado y a las 5:35 ya estoy en la terminal B de El Prat donde en poco más de 2 horas volaremos rumbo a Italia con Jordi Girona aunque también me referiré a él, en adelante, como “xec”. «Xec» no es ningún cheque bancario ni hace referencia a que Jordi Girona sea originario de la República Checa, «xec» es un término usado en tierras tarraconenses que se conserva para apelar a alguien cercano y se utiliza en contextos coloquiales.

Jordi Girona, de las tierras tarraconenses y de la Selva del Camp él hasta la médula (que no os confunda el apellido), llega puntualmente a las 5:40 a la terminal B. Vamos a buscar los mostradores de Easyjet para facturar el equipaje, el siguiente trámite que es pasar por los controles de seguridad también avanza con fluidez así que llegamos con bastante antelación a las puertas de embarque. El vuelo hasta Milán-Malpensa dura algo menos de 2 horas que las aprovechamos para descansar un poco ya que los dos, más él, presentamos déficit de horas de descanso.

En Milán – Malpensa aterrizamos en la terminal 4 si bien debemos coger un autobús que nos haga la transición hasta la terminal 5 en la que deberemos repetir las secuencias hechas unas horas antes en el aeropuerto de Barcelona. Vamos a los mostradores de Ryanair a facturar el equipaje, validamos billete y pasamos controles de seguridad y mientras esperamos el avión rumbo a Bratislava (Eslovaquia) hacemos algunas mordeduras en unas deliciosas pizzas y es que en el arte de la pasta los italianos son los auténticos reyes.

 

El avión Milán – Bratislava es similar al primero por lo que a duración del trayecto se refiere y no llega a las 2 horas, que aprovecho para leer. En este viaje me he traído y me acompañaran un par de libros: “Siete años en el Tíbet” (una aventura brutal de 2 prisioneros de guerra que recorren 2.500 kilómetros hasta llegar a Lahsa, la capital del Tíbet y establecer relaciones con el propio Dalai Lama) así como la novela de no ficción de Cristina Martin Jiménez “Los dueños del planeta” (12 capítulos dedicados a 12 de las personas más poderosas e influyentes del planeta y a sus peculiares y particulares modus – operandi).

El aeropuerto de Bratislava, por ser esta capital del país, es muy pequeño y ya nos da una pista sobre la reducida presión turística que recibe Eslovaquia. Una de mis mayores angustias cuando inicio un viaje es que no llegue el equipaje (ya que éste es muy costoso a la vez que ya he tenido más de una mala experiencia en algún país) si bien la fortuna me sonríe y la mía es de las primeras en aparecer por la cinta.

Xec será el «boss» del coche. Así lo quería él, y a mí, que conducir me desagrada más que me gusta, me parece fantástico y no opongo ningún tipo de resistencia. Los trámites con Europcar (compañía de alquiler de coches con la que últimamente suelo operar) son rápidos y sin excesiva demora, ponemos rumbo al Ibis Centrum (nuestro hotel situado en el centro de Bratislava).

Seguidamente de instalarnos y descansar un rato, salimos a estirar las piernas hasta el centro de la ciudad que, si bien no es muy extenso, presenta mucho encanto. Nosotros alargamos el paseo hasta las inmediaciones del Danubio y hacia las 19:00 nos vamos a un restaurante local a descubrir la gastronomía autóctona.

 

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Tenemos el estómago lleno y todavía no es tarde, así que vamos a tomar una bebida y a planificar el programa de los próximos días en que el día siguiente será un día de transición en el que nos esperan 4 horas de conducción hasta los Tatras, este brutal macizo que será nuestra “casa” en los próximos días. El aterrizaje en los Tatras empezará con la etapa reina ya que el domingo nos esperará Kuba, nuestro guía local polaco, para conducirnos hasta el techo del país Gerlachovský štít y en adelante, “Gerla” para hacernos la vida a todos más sencilla. La cerveza de Jordi y mi Coca-Cola nos dan el tiempo suficiente para acabar de coordinar aspectos relativos al material, a la ruta a seguir y al guía de montaña. No es muy tarde, pero hace horas que nuestros ojos están abiertos por lo que es hora de bajar ventanas.

Cruzar Eslovaquia nos lleva unas 4 horas si bien nos lo tomamos con calma haciendo un par de paradas, siendo la segunda de ellas la más larga en tanto la hacemos coincidir con el almuerzo. La comida es un plato típico eslovaco que no es para echar cohetes y prueba de ello es que dejo más de media ración en el plato. La media hora entre el restaurante y nuestro apartamento en Lopusna Dolina nos ofrece una previa de los Tatras, esa cordillera de la que en los próximos días no nos separaremos.

Lopusna Dolina es una zona con pistas de esquí y, de hecho, desde nuestro apartamento, a unos pocos metros de él salen remontes hacia pistas. El apartamento, personalmente, me decepciona un poquito con dos camas de reducidas dimensiones si bien presenta como aspecto positivo, su excelente ubicación: cercana a los Tatras y en medio de la naturaleza. Naturaleza que aprovecharemos junto a Jordi para separarnos por unos instantes y disfrutar cada uno de sus respectivas aficiones: “xec” de la ornitología y en mi caso de “trail running”.  Tengo las piernas que me piden actividad después del día de ayer de avión y el de hoy de coche así que completo una ruta de 1,5 horas por los senderos de los alrededores del apartamento.

Cenamos pronto porque los eslovacos van antes que nosotros y también porque mañana el despertador sonará a las 4:45 ya que la hora de encuentro con el guía polaco Kuba es a las 5:30 de la madrugada.

Son las 4:45 de la madrugada y en poco más de 15 minutos comemos un poco y cerramos las mochilas que el día anterior ya habíamos dejado prácticamente preparadas en su totalidad. En ellas arnés y casco no faltan y es que la ascensión al “Gerla” presenta pasos de nivel 4 que hacen necesaria y obligatoria la contratación de un guía de montaña certificado. El año pasado, justo después de las ascensiones a Mont Blanc y Monte Rosa con el gran Óscar Cadiach de guía, le planteé a Jordi Girona el doblete “Gerla” + “Rysy” (techo polaco) y enseguida respondió proactivamente a la llamada con una organización y planificación del viaje que fue muy rodada.

A las 5:30 nos reunimos puntuales en el lugar indicado por Kuba que nos espera con una delegación de polacos que también harán la cima con otros guías y cordadas (en futuras crónicas ya hablaremos de la relación y conexión de los polacos con la montaña que es muy intensa y es que, buena parte de los mejores alpinistas de la historia son originarios de Polonia). Llenamos la furgoneta de 9 plazas que completará un trayecto en carretera de unos 30 minutos hasta Sliezky Dom, lugar de hospedaje que a 1.670 metros de altura es el punto de inicio de la ruta.

Antes de ponernos en marcha me llaman la atención los pies de nuestro guía, para ser precisos concretamente me llaman la atención los dedos de los pies que no tiene y me cuenta que los perdió en el Karakórum (cordillera del Himalaya que hace frontera entre Pakistán, India y China) y famosa por alojar en ella el2. En esta ascensión, junto con sus compañeros de expedición, tuvo que permanecer varios días atrapado a 7.000 metros de altura y en su caso, sufrió varias congelaciones que desgraciadamente al resultar tan severas, nada se pudo hacer para salvar los dedos de sus pies. Un gran hándicap para alguien que vive de la montaña, aunque parece que por todo lo que explica que hace en su día a día laboral, se ha sobrepuesto con creces a esta adversidad.

La ruta clásica comienza con mucha pendiente y en poco más de 1 hora completamos un desnivel positivo de 500 metros que nos llevan hasta una altura de 2.200 metros, al inicio de la pared que deberemos salvar encordados. Tengo menos experiencia que xec en cordadas (él recientemente ha estado en el Matterhorn / Cervino) así que mi posición en la cordada será en el medio, detrás de Kuba y delante de Jordi.

Kuba demuestra un conocimiento absoluto del terreno. De hecho, el día previo también ascendió el “Gerla” con lo que lo tiene bien fresco. Este conocimiento del Kuba repercute positivamente en nosotros en tanto nos da una confianza absoluta que hace que disfrutemos muchísimo en nuestra progresión hasta la cima. Parece que, por fin, en el pasado quedan las malas experiencias con guías y vuelvo a disfrutar de la montaña.

Aunque la actividad que llevamos a cabo presenta sus riesgos y peligros, la buena «praxis» profesional de Kuba los minimiza (nos indica la traza exacta donde debemos poner manos y pies en los puntos críticos) y realmente lo pasamos muy bien con el recorrido. Un recorrido muy dinámico que gana altura, pierde altura, en el que trepamos y destrepamos…

Los 2.655 metros llegan más pronto de lo esperado. Hemos cogido un buen ritmo y la cordada ha fluido maravillosamente bien hasta la cima eslovaca. Con ”xec” hemos ido cogiendo experiencia como «equipo encordado» y hoy nos han resultado de gran utilidad las horas compartidas juntos el año pasado en los Alpes (ascensiones al Mont Blanc y Monte Rosa). Las memorias en la cordada nos sirven para comunicarnos mucho mejor (con palabras y también sin palabras) y saber lo que necesita cada uno y en cada momento.

Desde arriba disfrutamos de unas vistas de privilegio de la cordillera de los Tatras a la vez que divisamos próximos e inminentes objetivos: el Rysy polaco. El paisaje de un verde intenso es único y un regalo por nuestros ojos así que nos tomamos nuestro tiempo disfrutando de este espectáculo visual.

La baja técnica y expuesta sirve para completar una fantástica jornada de montaña en la que nos hemos divertido mucho a la vez que nos ha exigido mantener una concentración alta durante las horas en las que hemos estado encordados.

La furgoneta “polaca” nos espera y durante el trayecto de regreso compartimos la alegría del éxito del ascenso del techo eslovaco, así como les explicamos nuestro proyecto de techos mundiales. Proyecto que precisamente presenta como cercano e inminente parada, la elevación máxima de su país: el Rysy con sus 2.499 metros. Pero esto será otro día, la aventura eslovaca concluye aquí y con un éxito rotundo y absoluto: “Top Summit” número 26 en el zurrón.

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