CIMAS

CIMA Nº 14: NEVADO SAJAMA

La montaña más alta de Bolivia

BOLIVIA

NEVADO SAJAMA

01/07/2023

ALTITUD

6.542 m

JORDI GUASCH Y ANDREU LÓPEZ

NIVEL DIFICULTAD

ALTO

CRÓNICA DE LA ASCENSIÓN A NEVADO SAJAMA (BOLIVIA)

Tengo 12 horas de vuelo hasta Madrid así que es un buen momento para empezar a escribir esta crónica que supondrá el desembarco del proyecto de Top Summits en territorio andino.

Conozco a Jordi Guasch desde aproximadamente hace un año cuando coincidimos en Turquía para ascender el Monte Ararat así como de la reciente ascensión al Kilimanjaro. Lo considero una gran persona, de talante reservado y tranquilo, espíritu libre y aventurero y personalmente lo considero un alpinista con muy buena mentalidad, consistente y muy fiable en la montaña en cuanto al logro de retos. Son estas unas características que encajan en el retrato de compañero idóneo para lograr el reto mayúsculo que está proyectado y que no es otro que el Nevado Sajama. El Nevado Sajama es un coloso, un estratovolcán de 6.542 metros que es el techo de Bolivia y hace frontera con el territorio chileno.

Nos encontramos a las 7:00 de la mañana del día 23 de junio en la T1 del aeropuerto del Prat con Jordi. Tenemos una odisea de vuelos por delante y preferimos ir con tiempo. Facturo mi “petate” de 18 kg que se cerró con dificultades y subo al avión con una mochila de 40 litros y unos 8kg … para esta expedición de altura ha sido necesaria una elevada inversión en material deportivo los últimos meses (botas Sportiva G2, ojeras con filtro especial, pantalones Gore – Tex, piolet técnico, “manoplas “ y un largo etc.) si bien siento que he hecho los “deberes” y marcho con todo el necesario.

Volviendo al itinerario cogemos primero el puente aéreo Barcelona – Madrid para, seguidamente en esta última, coger un vuelo de 12 horas hasta Lima (Perú). En Lima tenemos un “pequeño” peaje en forma de 9 horas de espera hasta La Paz, capital de Bolivia. La escala se hace eterna, no descansamos bien, pero es lo que hay. Llegamos a La Paz, a las 6:00 de la mañana, hora local, y esta vez sin problemas en el equipaje puesto que el mío es de los primeros en hacer aparición.

A las 7:00 aparece parte del que será nuestro equipo en esta aventura. Después de varias reuniones telemáticas y tener una atención profesional muy elevada conozco en persona al “hermano” Francisco que es el propietario de la agencia peruana “Franpisco Adventures” que nos ha organizado el programa para ascender el Nevado Sajama y que se ha coordinado con proveedores locales. Lo acompaña de Perú, su mano derecha, Wilder Bravo que es 50% programador web y de sistemas y 50% guía de montaña y que en este viaje vendrá en un rol más secundario e incluso de ocio/turístico que se podría asimilar al nuestro. La tercera persona en escena es Aurelio, uno de los proveedores locales mencionados y que nos conducirá en todo el país en nuestras aventuras por Bolivia.

Nos dirigimos al hotel Saranaga, en el centro de La Paz, y que será nuestra base mientras no estamos por las montañas. Allá dejamos rápidamente nuestro equipaje y sin perder excesivo tiempo, volvemos a la furgoneta que nos conducirá al lago Titicaca, compartido entre Perú y Bolivia. Antes de llegar y en las 3 horas de viaje, podemos empezar a conocer el país, la gente así como de la cultura boliviana.

Antes que nada nos damos cuenta que La Paz es una ciudad muy densamente poblada y con importantes problemas de tráfico que dificulta atravesarla. En la calle observamos, valga la redundancia, paz y una gente muy humilde y trabajadora, buena gente la boliviana. A las afueras de La Paz, descubrimos un territorio muy seco con elevadas montañas en la distancia y empezamos a “empatizar” con los animales – emblemas locales como son la “llama” y “la alpaca”.

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En el lago Titicaca damos una pequeña vuelta con una lancha motora para seguidamente comer producto local en forma de “tortilla” que es deliciosa. Paseamos un poco por la ribera del lago puesto que nuestras piernas después de 30 horas de cautividad forzada por el desplazamiento lo necesitan, y volvemos rumbo a la capital y a nuestro hotel Sagarnaga que dispone de unas instalaciones suficientes agradecidas. Lo que resta de día, lo dedicaremos a preparar el equipaje para nuestro “stage” de 3 días de preparación y aclimatación por el Nevado Sajama. Francisco pasa por la habitación a hacer un pequeño “briefing” de cómo serán los próximos días y qué material tenemos que tomar.

A las 9:30 de la mañana hace aparición nuevamente nuestro conductor Aurelio y esta vez conocemos el resto del equipo boliviano que es coordinado por Flora. Flora es una emprendedora andina, mujer valiente y decidida de quien llama la atención la vestimenta típica local con faldas de colores vistosos… se trata de una “cholita”. Flora es el enlace con Francisco y quien se encarga de la logística y de contactar con proveedores como Aurelio y dos caras nuevas de la expedición como son Hernán (a la vez hermano de Flora) y Sebastián. Este último, será nuestro guía de montaña en el país y una persona de un marcado carácter introvertido y hombre de pocas palabras si bien con el aval de casi 20 años de experiencia. Hernán, aspirante a guía de montaña, es también muy introvertido, el más joven del grupo con 26 años, será el encargado de dar combustible a las máquinas, será nuestro cocinero. Hechos ahora sí, todas las presentaciones ponemos rumbo a la Rinconeta, región donde dejaremos el coche después de 3 horas de trayecto y comeremos un poco.

Con el estómago lleno, salimos a primera hora de la tarde rumbo a la laguna de Chiarkota (4.670 m) que será el lugar donde estableceremos nuestro campamento base y llegaremos después de una hora de caminata. Llegados a Chiarkota empiezo a notar alguna molestia en mi frente en el que supondría el inicio de mis problemas de aclimatación en este viaje. Hernán nos prepara una deliciosa sopa y nos vamos a dormir y como es habitual en mí cuando no duermo en condiciones cómodas, me paso la noche en vela, completamente en blanco.

Me levanto del colchón (si, somos unos privilegiados y tenemos un pequeño espacio con techo a 4.670 metros) con ilusión y muchas ganas para empezar a “sembrar” para lograr la cumbre. El objetivo del día es lo Pico Austria (5.300 metros) que no nos supondrá absolutamente ninguna complejidad técnica y por su ubicación, no presentaría nieve a lo largo del recorrido. Respondo al test del primer día muy bien a nivel de piernas y bastante bien a nivel de pulmones si bien siento un ligero malestar que en aquel momento no sé qué es.

La tarde en el campamento de Chiarkota la paso entre descansando, conversando con compañeros propios y otras expediciones, así como saliendo a dar algún paseo. Vuelvo a disfrutar de las magníficas sopas de Hernán y nos vamos a dormir pronto porque para el día siguiente tenemos un programa de “traca” con la ascensión a 3 picos y con nieve a lo largo de todo su recorrido en el que será una oportunidad para probar la nueva bota Sportiva G2.

La noche resulta un calvario y los dolores de cabeza se intensificarían…tampoco consigo dormir lo que es un problema al que tengo que poner solución de inmediato en el futuro puesto que estas rutas te exigen estar al 100×100. La 1:00 de la noche llega y le digo a mi compañero Jordi Guasch que no saldré…el dolor de cabeza me ha consumido y no tengo nada de energía…

Los compañeros invertirán unas 11 horas en completar la exigente excursión, están muy contentos a la vez que cansados. Yo he pasado un auténtico calvario en el que lo máximo que he conseguido hacer es deambular como un “zombi” por delante del refugio. Cierro el stage de 3 días muy desanimado y preocupado puesto que solo tengo 2 días de transición (miércoles 28 para visitar La Paz y jueves 29 de desplazamiento al pueblo de Sajama) para revertir esta situación.

El día del “guiri” por La Paz se me pone bien y desconecto de montañas y disfruto descubriendo una cultura y una sociedad nuevas y muy diferente a la que vivo. Tomamos el teleférico rojo (en La Paz el transporte público no es sepultado sino aéreo) y descubrimos una ciudad enorme que va comiéndose la montaña. La Paz es una ciudad sin demasiada historia, es decir, que no presenta más atractivos turísticos que el de dejarse perder por sus calles y descubrir una sociedad viva, activa, humilde, bondadosa…que lucha por un futuro próspero.

La tarde también sirve para seguir cambiando la energía. El mío en torno a amistades que me envían múltiples mensajes de ánimos, así como también me va muy bien unas llamadas con mi pareja y mi padre para explicarlos mis preocupaciones, pero también para simplemente hablar del día a día (soy una persona a quien le va bien comunicar). La otra medicina del día será una sorpresa y un masaje que me he programado en el hotel que resultará una fuente de luz y salud para mí…la fisioterapeuta Erika sobrepasa las expectativas de un masaje y lo complementa enseñándome varios ejercicios respiratorios para tener a raya el mal de altura. No se acaban aquí las buenas noticias del día y mi médico deportivo de Girona me da consejos sobre cómo tomar una medicación que por prudencia había optado por no tomar.

 

Acabo el día cenando solo en un restaurante de cocina boliviana y con solo me refiero a que no solo Jordi se ausenta, sino que no hay comensales. Disfruto mucho del local con pinturas en las paredes, disfruto mucho del plato de “llama” picante y disfruto mucho conmigo mismo. Me encuentro con unos mensajes con amigos de la niñez que me acaban de propulsar…se me escapan lágrimas de los ojos, pero por primera vez desde el dolor de cabeza siento que la cumbre puede ser posible. Me voy a dormir contento y con una energía cambiada…estoy preparado para ir a Sajama.

Llega la segunda fase de este viaje, la determinante y más importante. He descansado muy bien, no tengo dolor de cabeza y subo a la furgoneta teniendo muy presente la frase que me dijo Letícia, compañera de Murcia en la ascensión al Kilimanjaro, “lo importante no es como se empieza sino como se acaba…”. Me he levantado pronto, he hecho estiramientos, he hecho ejercicios de respiración, me he tomado la medicación, he bebido agua, he masticado hojas de coca…siento que en relación al mal de altura he hecho los deberes.

Nos espera un viaje de 6 horas hasta el pueblo de Sajama puesto que hoy es jueves (junto con los domingos, hay feria/mercado en La Paz) y nos será dificultoso avanzar a buen ritmo con nuestra furgoneta. Las primeras 2 horas que coinciden con la salida tortuosa de La Paz no presto atención al exterior puesto que es de sobra conocido y las dedico a leer. A medida que nos alejamos de la capital empiezo a centrarme en el paisaje exterior, las montañas…se empiezan a ver a la distancia algún 6 mil y después de unas horas de conducción, por fin aparece la “criatura” a la distancia. No tiene montañas a su alrededor, se encuentra aislada y presenta una forma bastante triangular con nieve en las cotas más altas…impresiona y no dejo de perseguirla con la mirada hasta nuestra llegada en el pueblo de Sajama. En el pueblo de Sajama, al entrar, tenemos que hacer el registro al Parque que nos cuesta unos 14 euros. El pueblo es muy pequeño pero nos gusta bastante, será una buena base de operaciones.

Me preocupa no haber podido probar mi nueva bota, la Sportiva G2. El día ideal de probarlas era en la fase de aclimatación pero la salud y el mal de altura no me dejó así que si bien los guías nos aconsejan no hacer actividad a lo largo del día, a nivel personal necesito hacer actividad así como hacerla con mis nuevas botas. En la lejanía divisó una elevación que presenta vistas al Nevado Sajama, la montaña me grita y hacia allá me dirijo. Jordi Guasch me acompaña aproximadamente 1 km por un terreno plano y se despide de mí cuando llegamos a la pequeña montaña que presenta una elevación de 200 metros. Empiezo a subir, es mi momento, me siento bien y bien con las botas, bien de piernas, bien de pulmones, bien de dolor de cabeza, bien de motivación, bien de sensaciones…en general con muy buena energía. Llego arriba de la elevación, observo al horizonte perfectamente definido el Nevado Sajama, lo miro, me arrodillo, me pongo la mano en el pecho, cierro los ojos y le pido permiso para subir mañana y que todo salga bien. Estoy preparado. Solo hay que esperar a mañana.

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He descansado muy bien. Me he levantado con tiempo y he completado mis rutinas de respiración, estiramientos, beber agua…llega un conductor local, cargamos el equipaje en su vehículo y a través de una carretera muy tortuosa llegamos al inicio de la ruta que se encuentra a una altura de 4.700 metros aproximadamente. Antes de empezar y hacer los primeros pasos me falta un pequeño ritual para hacer y entierro 6 hojas de coca bajo el suelo y pido permiso en la montaña para subir. Así me había dicho Flora que tenía que hacer si quería subir la montaña de 6.542 metros.

La ruta de hoy supone una distancia de unos 5 km y unos 1.000 metros de desnivel positivo que nos tiene que conducir en un tiempo estimado de 5 horas hasta el campamento de altura que se encuentra situado en 5.700 metros de altura. Empezamos a andar sobre las 10 horas en que es un inicio de recorrido bastante plano y con muy buen camino…aprovecho la poca exigencia del mismo para beber bastante líquido, así como masticar hoja de coca. Después de un par de horas de recorrido bastante suaves en que el Nevado Sajama queda a nuestra derecha, finalmente llega el tramo en el que empezamos a ganar altura en una parte de terreno descompuesta. Me gusta en general ir delante, así que me pongo “a rueda” de nuestro guía local, Sebastián, e intento mantener su ritmo. Aquí el terreno todavía no presenta nieve así que se avanza sin dificultades a pesar de que lógicamente la altura se empieza a hacer notar.

Llegamos antes de lo previsto al campamento de altura, me he sentido super bien a nivel de piernas, pulmones y el que es muy importante para mí, sin dolor de cabeza. Llegados arriba en el campamento, no tenemos que hacer prácticamente nada puesto que los porteadores acaban de subir el equipaje, nos montan la tienda, nos preparan infusiones…lo único que tenemos que hacer es, aprovechando la buena temperatura que se deriva de la luz solar, dejar preparada la mochila y la ropa por el día siguiente así como condicionar la tienda y el saco de dormir.

Cenamos en la hora más avanzada que lo había hecho nunca, las 17:00 de la tarde, y es que cuando marche el sol hará mucho frío así que hay que aprovechar el recurso. Entramos a la tienda a las 18:00 de la tarde, soy perfectamente consciente que no dormiré pero me conformo al permanecer tranquilo dentro del saco y no pasar frío hasta las 00:00 de la madrugada, la hora D. Lo consigo.

A las 00:00 de la madrugada nos despertamos puesto que a la 01:00 se partirá rumbo al techo del país. Presento algún problema a la hora de vestirme con el material nuevo y pido ayuda a Sebastián, que es capaz de sobrevivir al infernal frío sin guantes. A la hora de vestirme me ha cogido un poco de frío en los dedos de los pies y de las manos. Inteligentemente entro a la tienda, hago ejercicios de movilidad de pies y manos…quiero estar afuera sin moverme el mínimo tiempo. Cuando escucho que el almuerzo está listo voy…no es nada espectacular por el esfuerzo que nos espera: un trozo de pan y una infusión.

Salimos todo lo rápido que podemos puesto que permanecer estáticos nos juega en contra. Al poco de 5 minutos de empezar a andar algo no marcha del todo bien en el grupo…. Jordi Guasch se para, veo que Francisco le mira de dar calor en las manos…Jordi vuelve a intentar andar pero se para pronto de nuevo. No tiene buenas sensaciones y presenta frío en las manos y dedos de los pies, malestar general, dolor de cabeza…. situación nueva para él que no había fallado nunca en el intento de coronar en ninguna montaña. Una lástima, me acerco a interesarme por él pero no quiere… dice que continúe.

Seguimos únicamente en la expedición Francisco, su compañero peruano Wilder y nuestro guía local Sebastián. Los primeros 45 minutos no presentan absolutamente ninguna dificultad y transcurren por un camino similar al del día anterior y sin todavía nieve. Sin embargo, sobre los 5.850 metros la nieve hace acto de presencia y de manera abundante puesto que aparece ante nuestro una “canaleta” con fuerza pendiente que implicará que me tenga que encordar con Sebastián así como poner los crampones a las botas y utilizar el piolet.

La “canaleta” con su fuerza pendiente, empieza a exigirme y a “tomarme” energía. Está claro que un 6.542 metros como es lo Nevado Sajama no podía salir “gratis”. Sobrepasada la “canaleta” nos encontramos en unos 5.950 metros y llegamos a un tramo de avanzar lateralmente a través de la roca taladrando y trepando. Mi técnica de escalada es nula así que consumo mucha energía en esta parte de la ascensión…preciso de la ayuda de los guías para avanzar con seguridad.

Sobrepasado el tramo de taladrada en roca, seguimos a 5.950 metros puesto que no hemos ganado prácticamente levantada y llega uno de los “momentos” de la expedición con la aparición de “penitentes”. Los “penitentes” se forman como consecuencia de las lluvias y por efecto del extremo frío nocturno, se convierten en bloques de hielo. Toman forma a grandes alturas en ambientes fríos y secos y su aspecto blanco y puntiagudo hace recordar al de los creyentes católicos que cubren la cara con esta prenda de ropa cónica durante rituales religiosos.

Este año estamos de suerte y los mencionados “penitentes” tendrán una altura de 30 cm – 40 cm si bien en ocasiones pueden sobrepasar la cintura y suponer un importante obstáculo para avanzar. Mi guía Sebastian es un “máquina”, una bestia que “a golpes de piolet” nos limpia el camino como sí de una máquina quita nieves se tratara. Esto nos permite llegar a la cota de 6.100 metros más o menos bien, si bien el cansancio, la altura y el frío van comiendo nuestra energía.

Los “penitentes” han quedado atrás y ante nosotros aparece un infinito glaciar con pendientes de más del 50%. Es descomunal, impacta y a la vez impresiona pensar que mis piernas tienen que salvar este accidente geográfico. Recuerdo las enseñanzas de África y de los guías de montaña de allá que me decían “pole pole Andreu”, es decir, despacio y foco en cada paso y la cumbre ya llegará. Así que hago lo mismo…paso a paso, aquí y ahora.

 

Las fuerzas me empiezan a fallar, no avanzo rápido, me tengo que parar con mucha frecuencia y caigo al suelo debido a la poca fuerza de mi pisada. Los compañeros y guías peruanos percibo que sienten que no haré cumbre y optan para subir ellos dos con su cordada, avanzarnos y dejarme con el guía local, Sebastián. No me esperaba esta poca paciencia, pero lo respeto y me centro con mi único compañero de equipo, Sebastián. Le pregunto si hay problema en que vaya subiendo cómo y al ritmo que lo estoy haciendo, con múltiplos si bien breves paradas…me mira, me sonríe y me dice que no hay problema. Veo que él confía en mí y mis posibilidades…

No hay manera de ganar altura en esta pared de hielo. Cada vez que le pregunto en relación a la cota a la que nos encontramos, me desanimo pensando en todo lo que falta. La energía es escasa, las piernas pisan sin prácticamente bastante, avanzo con los ojos prácticamente cerrados y los principales estímulos vienen de los brazos en que con uno tenso y tenso de la cuerda que me liga a Sebastián y con el otro brazo, tengo el piolet de travesía que utilizo como sí de un bastón se tratara. Son los peores momentos, tengo que resistir. Mantenerme consistente, mantenerme activo dentro de la debilidad…tengo que aguantar hasta que aparezcan los primeros signos de abandono de la noche así como de aparición de la primera luz del día.

El anhelado momento llega y el cielo cambia el color negro por un bonito tono rosáceo. En aquel momento sale de mi interior un potentísimo “VAMOS” que transforma muchas cosas. Mi guía también repite el grito. En aquel preciso momento, yo, él, la montaña y todo el mundo sabemos que lo conseguiré: haré cumbre.

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Queda todavía batalla para limar…unos 150 metros de desnivel positivo si bien la cumbre se divisa al horizonte. Nos encontramos, ya de bajada, al Wilder y a Francisco, que se encuentran muy sorprendidos de verme “vivo” y en aquellas cotas tan altas. No me paro demasiado, hay que seguir aprovechando el “momentum”…esta energía renovada que me ha proporcionado la llegada del día y la despedida de la noche.

Si bien la última parte de la ascensión, previa a la cumbre, presenta menos inclinación de pendiente, me cuesta bastante avanzar… ¿será la altura? ¿Serán los nervios de tener el objetivo tan cerca?… Finalmente los 6.542 metros llegan. Parecía imposible. El Nevado Sajama en mis pies. El techo boliviano me ha puesto al límite y he tenido que ponerlo absolutamente todo en la ascensión para llegar al objetivo: físico, corazón, mente y espíritu….todos fusionados en uno, para lograr un sueño que llevaba meses tejiendo y preparando. Estoy muy contento y feliz. Me abrazo a Sebastián que ha sido mi ángel, mi guía…ha cuidado muy bien de mí y me ha conducido a la perfección.

Esta cumbre ha sido la cumbre de la gente. La cumbre de mi familia, de mis amigos, de mi pareja, de los profesionales médicos y fisioterapeutas que tan bien me han aconsejado y preparado, de los conocidos… que con sus consejos, energía me habéis proporcionado aquel extra que necesitaba para lograr un objetivo mayúsculo. Muchas gracias a todos por ser.

“Lo importante no es cómo se empieza sino cómo se acaba.”

 

GALERÍA DE LA ASCENSIÓN A NEVADO SAJAMA (BOLIVIA)

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