CIMAS
CIMA Nº 21: Dufourspitze – Monte Rosa
La montaña más alta de Suiza
SUIZA
Dufourspitze –
Monte Rosa
05/07/2024
ALTITUD
4.634 m
Jordi Girona, Jordi Guasch, Manel Vidal Y Andreu López
NIVEL DIFICULTAD
ALTO
CRÓNICA DE LA ASCENSIÓN A Dufourspitze – Monte Rosa (SUIZA)
Es una semana muy intensa con un programa muy concentrado. Es el miércoles día 3 de julio y sobre las 18:00 de la tarde nos instalamos en un modesto hotel del centro de Chamonix. El Mont Blanc todavía está reciente y de hecho esta mañana nos despertábamos a los 3.815 metros del refugio de Gouter para “cruzar” la “bolera”, pasar por delante del refugio Tete Rousse (3.167 metros) y llegar a la estación de tren de Nid de Aigle Station (2.372 metros) y tomar el tren de regreso a la “tierra” después de unos días en el “cielo”.
Tenemos la tarde el miércoles libre para visitar la capital del alpinismo Chamonix si bien en mi caso no podré realizar demasiadas visitas . Es lo que tiene ser el capitán de un negocio propio y mientras los compañeros visitan Chamonix y cenan por el centro, me quedo en el hotel a contestar mails y organizar aspectos diversos del trabajo.
El viaje tiene un ritmo frenético y no hay demasiados instantes de ausencia de actividad… la tarde de Chamonix a pesar de tener que trabajar me sienta bien ya que a pesar de tener que trabajar la cabeza, mis piernas y espalda pueden descansar y recuperar energía por los retos futuros que nos esperan. El descanso de la noche pese a no ser espectacular ya resulta mejor que el de los últimos días, con muy pocas horas de descanso dado que salíamos muy pronto durante la madrugada.
Son las 7:30 de la mañana del jueves día 4 de julio y llegamos puntuales al alojamiento de Óscar e Ivan. Se nota que son gatos viejos y que conocen el territorio a la perfección ya que el albergue en el que se alojan está situado en medio del bosque y con unas vistas de privilegio a la cima del Mont Blanc. No nos entretenemos demasiado puesto que tenemos 2h 30 minutos de trayecto hasta el próximo destino. Cambiamos de destino, aunque no abandonamos los Alpes, para dirigirnos a Zermatt, la Chamonix suiza. Zermatt es la base de las operaciones de alpinistas que quieren ascender una de las montañas más icónicas del mundo como es el Cervino / Matterhorn u otras, de ascensión menos compleja como serían Monte Rosa y opción escogida por nosotros.
Zermatt antigua localidad agrícola y ganadera, se ha cambiado la cara y se ha reorientado gracias a las montañas que le rodean, al turismo. Zermatt se ha convertido en una localidad elitista en la que un imán de nevera y una bandera suiza pueden llegar a costarte 31 euros. La persona dependienta de la tienda a estas alturas todavía ríe de la cara que puse cuando me dijo el precio. Después de un reconocimiento “express” de Zermatt, tomamos el tren que nos conducirá a Rottenboden Station (2.815 metros) y punto de partida de nuestra ruta. El trayecto en tren es precioso, nuestro cuello estresado de mirar a ambos lados paisaje de postal si bien hay una postal que todos los móviles quieren “capturar” y no es otra que el Cervino / Matterhorn.
Empezamos a andar desde Rottenboden Station sobre las 12:30 con un sol de justicia. Enseguida nos damos cuenta de que las temperaturas son más elevadas que las del Mont Blanc y es que un poco de «caloret» se agradece. El objetivo de hoy es llegar al refugio Monte Rosa a 2.883 metros de altura. Los primeros kilómetros transcurren suaves, sin pendiente, por un camino bien marcado. Sin embargo, pronto, la ruta y contra todo pronóstico empieza a “animarse” y encontramos unas escaleras metálicas que debemos bajar y presentan una caída vertical de unos 20 metros. En la anterior crónica del Mont Blanc, la palabra “precio” era tabú y en esta crónica añadiremos la palabra “caída”. Un mundo sin precios altos y caídas es mucho mejor
Bajo las escaleras metálicas el primero y veo a Òscar Cadiach delante de mí asentado delante de una roca y contemplando a la vez que disfrutando, del paisaje. Desconozco lo que piensa y siente en ese momento si bien está en total comunión con la naturaleza y el paisaje. Muy afortunados de tenerlo entre nosotros como también de tener Iván, grandes profesionales y magníficas personas ambos.
Después de las escaleras metálicas vienen unos puntos equipados con cuerdas para destrepar por una roca que es muy deslizante a la vez que es necesario extremar la cautela. Parecía que tendríamos un día tranquilo si bien éste se pone muy divertido y es que después del tramo equipo con cuerdas, tendremos que poner los crampones y “salvar” el glaciar que nos aparece delante. El calor se intensifica e intento no olvidarme de los detalles que en toda expedición son importantes y claves, poniéndome crema solar así como poniéndome compeed en un punto del pie que me molesta. Salvado el glaciar, únicamente nos resta un tramo de avanzar sin crampones por una pendiente que conduce hasta el refugio Monte Rosa… perdón por lo de refugio ya que sería más adecuado tratarlo de hotel 5 estrellas gama superior del Monte Rosa . Vistas a un lado del refugio del Cervino / Matterhorn y al otro lado, del objetivo de mañana Monte Rosa / Dufourspitze. El refugio Monte Rosa presenta instalaciones autosuficientes energéticamente con un diseño y detalle espectaculares, con duchas de agua caliente y cuadros en paredes, premios de sostenibilidad entre muchos otros aspectos destacables. Sin lugar a dudas, el refugio más elegante, organizado y cuidado en que he estado nunca instalado.
Hemos llegado pronto y me da tiempo atodo. A hacer una cerveza con sus compañeros, a descansar piernas en la habitación un rato, a mirar a España – Alemania del Eurocopa de fútbol por el móvil de un suizo anti alemán que les hacía vudú y a hablar del mañana. Evaluadas la meteorología y otras variables diversas por parte de Óscar e Iván, mañana nos levantaremos a la 1:30 de la madrugada para salir a las 3:00. Parece broma pero es real… suerte que somos buenos alumnos y absorbemos lo que nuestros guías nos ponen por delante.
Lo de ponerme a dormir de día ya las 20:00 de la tarde no es lo mío y mientras los compañeros están en la habitación, me regalo unos instantes de explotar el territorio. Voy a “chafardear” por las diferentes plantas del refugio a la vez que contemplo hipnotizado los paisajes de alrededor del refugio. Contemplo la montaña que subiremos mañana y cómo no, la preferida de todos, el Cervino. Quien sabe si algún día reuniré las condiciones técnicas para subirla… de momento, me conformo con observarla.
Debo haber dormido lo que se dice dormir, un par de horas pero vamos con el piloto automático puesto estos días y echamos con todo lo que nos pongan por delante. Empezamos a andar sobre la hora prevista de las 3 de la madrugada y nuestros frontales son el faro que nos guían en los primeros pasos que ya desde el refugio, hacemos con crampones y encordados. Hoy cambiamos las “cordadas” y nuestro guía será Iván. Tenemos en la cordada liderada por Òscar Cadiach una baja en Jordi Guasch a quien una fractura de clavícula le impidió poder preparar con el debido tiempo y antelación las 2 ascensiones de esta semana. Una lástima si bien la ascensión al Mont Blanc ya no le quita nadie.
Las primeras horas del día no presentan demasiada complejidad técnica ni exigencia física si bien vamos ganando altura progresando por el glaciar. Hoy dejamos más distancia entre los integrantes de la cordada porque parece que hay grietas en el glaciar y más vale ser prudentes y previsores. Me encuentro hoy también con muy buenas sensaciones físicas, sin sufrir dolor de altura, sin sensación de frío (el viento y la meteorología están respetando mucho esta semana), sin ningún inconveniente con el material y la ropa… Sin embargo, la paz dura hasta que llegamos a la cota 4.200 – 4.300 metros en que la arista de la montaña toma mucha inclinación a la vez que debemos salvar tramos muy expuestos y aéreos. Soy una persona con palabra y no utilizaremos la palabra que tenemos acordada como tabú pero la verdad es que mirar al vacío impresiona y mucho. Un helicóptero sobrevolando a sólo 50 – 100 metros de nuestras cabezas hace el momento aún más épico.
El tramo de crestas que transcurren por la arista presenta cierta complejidad técnica y obliga al guía Iván a trabajar duro y con un nivel muy alto de concentración. Lo está haciendo genial a pesar de la dificultad de lo que estamos haciendo, en todo momento me siento muy seguro. Tener a Jordi Girona como compañero delante también me ayuda. Tengo poca experiencia en cordadas y me da algunos consejos a la vez que me enseña alguna técnica de progresión. Con el tiempo estamos haciendo una potente comunión con Jordi que sin lugar a dudas se ve reforzada por estos momentos de cordada tan intensos. La cordada de Òscar Cadiach y de Manel Vidal va unos metros por delante. Óscar al tener que “trabajar” por una única persona tiene menos maniobras a llevar a cabo.
La cima se ve muy cerca pero a la vez lejos. Quedan un par de pasos a dar bastante complicados que nos llevan un buen rato de maniobrar. Intento seguir los pasos de Jordi Girona a la vez que dejarle 1,5 – 2 metros para que él pueda progresar… pasamos los 2 tramos complejos y finalmente los anillados 4.634 metros llegan. Tenemos Monte Rosa a nuestros pies.
Casi no hay espacio en la cima porque los 5 podemos caber. Tiempo de tomar un par de fotos y bajar pero…¿cómo? Ivan Moshnikov muestra recelo de deshacer el trayecto realizado por la arista llevando 2 personas a la cordada y manifiesta que se sentiría más seguro haciendo un rápel que no acaba de recordar en qué sección/parte de la montaña se puede realizar.
Òscar Cadiach es partidario de deshacer el camino hecho. Después de un “debate” entre guías, la opción de Iván que lleva 2 personas a la cuerda, toma prioridad. Hemos bajado unos 10 metros de la cima para no quedar tan expuestos y Ivan va a buscar la zona equipada para montar rápeles. Después de 30 minutos de espera en altura, sin movernos y pasando un poco de frío, aparece Ivan que no ha encontrado el rápe”. Empieza a imponerse el hecho de que será más difícil bajar la montaña que subirla…y es que la vida a veces presenta paradojas.
Decidimos avanzar en línea recta unos 40/50 metros no sin antes salvar un paso con cierta complejidad técnica. Ivan vuelve a bajar por si encuentra los puntos donde equipar el rápel y no lo encuentra si bien Jordi Girona y yo vemos a unos 20 – 30 metros a su izquierda, una cruz en forma metálica. Lo celebramos como si hubiéramos hecho una cima.
Para salir de la zona en la que estamos, Ivan y Óscar tendrán que montar hasta 4 rápeles de unos 30 – 40 metros cada uno… sobre todo Manel y yo, con menos conocimientos y práctica técnica en la montaña, estamos haciendo un máster en marchas forzadas y aprendiendo muchos momentos como éste. El tramo de los rápeles realmente avanza muy despacio y nos toma casi 3 horas así como aparece algún momento de mayor tensión con la caída de hielo y roca proveniente de la montaña. Sin lugar a dudas todos habíamos subestimado el Monte Rosa y pensábamos que la montaña complicada era el Mont Blanc si bien finalmente ha estado a la inversa.
Nuestras aventuras no terminan en el rápel y el calor del día ha tenido tiempo de modificar la condición de la nieve y lo que parecía un paseo triunfante hasta el refugio se convierte en una pequeña tortura física y psicológica. La nieve pierde la solidez de las primeras horas del día y nuestras piernas se hunden en cada pisada un metro. Intentamos “enginyar” técnicas para no hundirnos de que no existen… toca gastar un extra de energía. Por la posterioridad quedarán los descensos vertiginosos de Manel, Jordi y míos por la nieve y tomando como trineos nuestro propio cuerpo.
Llegamos los últimos al refugio pasadas las 18:30 cuando todo el mundo ya está cenando y después de más de 15 horas de expedición desde que hemos salido. Para mí y mis compañeros un día duro en la oficina por otros “cortidos” en mil batallas y de mayor rango… un paseo por la montaña. Qué suerte poder tener de guías a 2 grandes de la montaña como Òscar Cadiach y Ivan Moshnikov que en todo momento nos han proporcionado las herramientas necesarias para alcanzar nuestros objetivos. Volvemos de los Alpes con la mochila bien cargada de experiencias y cómo no… con nuevas aventuras dibujadas en el horizonte.